sábado, 3 de julio de 2010

La novela según Camus

Mi forma de leer (supongo que como la de la mayoría) suele ser azarosa. Rara vez llego a una librería sabiendo lo que quiero comprar.

Todo el tiempo estoy buscando libros. Si camino por la calle, no puedo dejar de mirar los que se exhiben en un negocio, en un kiosco de diarios, o hasta en una mantita extendida sobre el suelo. Y en un momento dado, por motivos que no alcanzo a comprender, uno de ellos me pide que lo alce, y lo lleve conmigo. Entonces, obediente a la intuición, le hago caso sin mediar palabra.

Poco influyen las recomendaciones en mí. Sabiendo de antemano la subjetividad inevitable a la hora de leer, la diferencia abismal que existe en la apreciación de un libro entre una persona y otra (o de una canción, o de una película), me cuesta dejarme conducir, a ojos cerrados, en este laberinto interminable.

Aunque debo reconocer que la repetición en distintas voces sabe hacer efecto. Las posibles lecturas se guardan, a veces, en el fondo de la memoria, para volverse realidad un día.

Sin embargo, hay un tipo de recomendación que escapa a toda duda, que me obliga a serle fiel, y habitualmente me deja satisfecho. Se trata de la que nace en los escritores que admiro. ¿Cómo no buscar entre las obras que conmueven a quienes consiguen conmoverme a su vez? ¿Cómo no creer que algo válido encontraré en ellas?

Y en esa cadena que se va forjando, existe un eslabón primordial llamado Ernesto Sábato. Con él vinieron luego tantos eslabones, y tantos otros quedan aún por venir. Con él llegó un día Camus, el filósofo y novelista francés, nacido en Argelia, que no siempre alcanzo a comprender del todo (seamos sinceros), pero que más de una vez me deslumbra, y me deja con la boca abierta.

“No basta con vivir; es necesario un destino, y sin esperar a la muerte. Por lo tanto, es justo decir que el hombre tiene idea de un mundo mejor que éste. Pero mejor no quiere decir entonces diferente; quiere decir unificado. Esta fiebre que levanta al corazón por encima de un mundo disperso, del que, no obstante, no puede desprenderse, es la fiebre de la unidad. No va a parar a una evasión mediocre, sino a la reclamación más obstinada. Religión o crimen, todo esfuerzo humano obedece, finalmente, a ese deseo irrazonable y pretende dar a la vida la forma que no tiene. El mismo movimiento que puede llevar a la adoración del cielo o a la destrucción del hombre lleva también a la creación novelesca, que recibe entonces su seriedad.

¿Qué es, en efecto, la novela sino ese universo en que la acción encuentra su forma, se pronuncian las palabras finales, los seres se entregan a los seres y toda la vida toma el rostro del destino? (Aunque la novela no diga sino la nostalgia, la desesperación, la inconclusión, crea, no obstante, la forma y la salvación. Nombrar la desesperación es superarla. La literatura desesperada es una contradicción en los términos.). El mundo novelesco no es sino la corrección de este mundo. El sufrimiento, la mentira y el amor son los mismos. Los protagonistas hablan nuestro idioma y poseen nuestras debilidades y nuestras fuerzas. Pero ellos, por lo menos, corren hasta el final de su destino, y nunca hay protagonistas tan trastornadores como los que van hasta el extremo de su pasión.”

Albert Camus
fragmento de “Novela y Rebelión”
del libro “El hombre rebelde”

12 comentarios:

Maribel Romero dijo...

Yo también soy una lectora intuitiva y es cierto que los libros nos llaman, no debemos preocuparnos demasiado de cuál obra elegir, el camino lo marcan ellos.
Coincido contigo, no obstante, en seguir los consejos de lectura de la gente que admiro, y si además esa gente escribe y me gusta cómo escribe, todavía más. Por lo demás me dejo llevar poco por modas literarias.
Interesante post.
Un abrazo.

Cristian dijo...

En esa cadena que se forja, no dudo que vos seas otro eslabon importante que inspira a muchos de nosotros que te seguimos. Abrazos!! Y exitos! Cris.

raul astorga dijo...

En efecto. Las recomendaciones suelen desviarnos de algún objetivo azaroso que significa ingresar en un mundo que no conocíamos. Recuerdo como conocí a Cortázar. Ya había leído "La noche boca arriba" en la secundaria, pero fue el señor Borges que me lo presentó con un libro de cuentos de su biblioteca personal que publicó Hyspamérica.

Lola Mariné dijo...

Tengo una lista tan larga de libros que leer y tantos otros que me entran por los ojos, cuando como tú, ando por la calle, que no suelo hacer caso a las recomendaciones, porque entonces acabo leyendo a Larsson, siendo un género que no me interesa.

Genial, Camus.

Alejandro Laurenza dijo...

Maribel, Cristian, Raúl, Lola, gracias por pasar y comentar! :-)

Un abrazo,
Ale.

Anónimo dijo...

A mi también me une el gusto por la lectura, la curiosidad por conocer otros mundos, y encontrar las palabras justas a lo que es un esbozo de pensamiento, es como tener algo en la punta de la lengua y que alguien te lo diga en una frase, es ver caer las propias certezas, salir confundido, es sentirme cada vez más ignorante. y esto último en particular me da mucho placer. Muy bueno este blog!

Alejandro Laurenza dijo...

Así es, anónimo. Descubrir la propia ignorancia produce desconcierto y satisfacción, ante la perspectiva de lo inexplorado. Gracias por pasar!

Un saludo,
Alejandro.

Blanca Miosi dijo...

Excelente manera de intuir y escoger. Y excelente el párrafo escogido de Albert Camus.

Un abrazo,
Blanca

Anónimo dijo...

Bueno, Ale, te confieso que mi adicción más precoz ha sido la lectura y lo sigue siendo. Comparto con Borges que uno se reconoce por lo que lee y no por lo que escribe...si querés seguir con el tema de la novela, va un consejito "El arte de la novela" de Milán Kundera...te felicito por tirar estas ideas.
susana rozas

Alejandro Laurenza dijo...

Gracias, Blanca!

Susana, hace tiempo que tengo a Kundera en la cabeza, aunque aún no lo he leído. Un motivo más, el que me das, para hacerlo, :-).

Un abrazo,
Ale.

Anónimo dijo...

Coincido. El hombre rebelde es excelente. Y Sábato, ¿qué agregar? Profundamente humanista y existencial.

Y también sufro de ese vicio de recorrer kioscos, mantas en el suelo, librerías de saldo y de las otras.

Saludos desde Neuquén

Alejandro Laurenza dijo...

Bienvenido, Horacio!

Me di una vuelta también por tu sitio. Qué buen texto de presentación! Te seguiré visitando.

Saludos,
Alejandro.