Era una maravilla bajar los largos tramos de escaleras y tener conciencia de que el trabajo se me había dado bien. Cada día seguía trabajando hasta que una cosa tomaba forma, y siempre me interrumpía cuando veía claro que tenía que seguir. Así estaba seguro de continuar al día siguiente. Pero a veces, cuando empezaba un cuento, y no había modo de que arrancara, me sentaba ante la chimenea y apretaba una monda de mandarina y caían gotas en la llama y yo observaba el chisporroteo azulado. De pie, miraba los tejados de París y pensaba: “No te preocupes. Hasta ahora has escrito y seguirás escribiendo. Lo único que tienes que hacer es escribir una frase verídica. Escribe una frase tan verídica como sepas.” De modo que al cabo escribía una frase verídica, y a partir de allí seguía adelante. Entonces se me daba fácil porque siempre había una frase verídica que yo sabía o había observado o había oído decir. En cuanto me ponía a escribir como un estilista, o como uno que presenta o exhibe, resultaba que aquella labor de filacterio y de voluta sobraba, y era mejor cortar y poner la primera sencilla frase indicativa verídica que hubiera escrito. En aquel cuarto tomé la decisión de escribir un cuento sobre cada cosa que me fuera familiar. Tenía esa intención presente siempre que escribía, y me daba una disciplina buena y severa.
Ernest Hemingway
fragmento del libro “París era una fiesta”
e-Mail -> alaurenzap@yahoo.com.ar
FB / Instagram -> alejandro.laurenza.escritor
YouTube -> Alejandro Laurenza
Comprar Libros -> Tienda de Libros
sábado, 17 de julio de 2010
París era una fiesta
Veamos qué dice Hemingway en su novela París era una fiesta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Mi mandarina es una taza de café, pero no tengo chimenea. Sin embargo, las frases se suceden sin cesar. Claro, el resultado está lejos de don Ernest.
Abrazo.
En mi caso, ni café ni mandarina. Una copa de champagne, un vino tinto, una lluvia inesperada, una idea que me asalta en plena calle, cuando despierto o cuando observo un gesto de amor que me conmueve. Lo demás se escribe solo porque lo que surge tiene vida propia. Lejos de Ernest H.pero cerca de Paris en pleno conurbano.
Genial Hemingway, me encanta su sencillez, su predisposición a escribir sobre cosas simples, sin ornamentos. Todo un maestro.
Raúl, Mirta, cada cual con sus ritos, no? Gracias por compartir los suyos.
Es cierto, Sergio. En Hemingway la sencillez está ante todo.
Un abrazo,
Ale.
Lo tomo como un buen consejo de un genio. Cuando estemos faltos de inspiración buscaremos esa frase verídica.
Un abrazo.
¿Y quién no ha tenido un día de crisis escrituril? Si hasta a los premios Nobel les sucedía; no debemos desesperarnos ni obsesionarnos, ¡ya llegará la inspiración!
Un abrazo
Tengo una cita postergada con Ernest, prometo que este será uno de los primeros libros.
Gracias !
=) HUMO
Publicar un comentario