Muchas veces se habla con acierto en los blogs acerca de la dificultad que supone vivir de la literatura. Hasta los escritores reconocidos, quienes no suelen obtener más que el diez por ciento del valor de tapa por cada libro vendido, conocen estos pesares; y no les queda otra alternativa que realizar tareas aledañas, para alcanzar un nivel de vida más o menos digno.
En un plano distinto se encuentran los bestsellers, los excepcionales (en ventas, claro está), los que fueron tocados por la varita mágica de la suerte. Sin embargo sabemos que esta varita es esquiva, y no esperamos que nos roce siquiera, como tampoco esperamos ganar el gordo de Navidad, ni el de Reyes.
Aún así, apoyados de antemano sobre la tierra, nos seguimos preguntando de qué manera vamos a cumplir nuestro sueño. Nótese que la pregunta no es si lo vamos a cumplir, sino de qué manera lo haremos, dando por sentado lo primero. Y ponemos entonces a funcionar la imaginación, que no debe quedar nunca restringida a los espacios de un cuento, o de un poema, o de una novela.
Yendo de lo general a lo personal, poco a poco me fui afianzando en la autogestión. Y cuando digo poco a poco, hablo de más de catorce años a esta parte: no de un modo cabal al principio, sino más bien como un juego, como ese simple y llano juego que la vida es, aunque decidamos por momentos tomárnosla demasiado en serio.
Me sorprendo hoy, en resumen, buscando las mejores opciones para publicar mis libros, reeditándolos cuando la oportunidad y el deseo me lo permiten, saliendo a venderlos todos los días a la calle, tomando ideas de cualquier sitio como si tratara de pequeños trozos de madera en el medio de un naufragio, y escribiendo sin presión, igual que siempre, sobre lo que quiero y cuando quiero.
Mantengo al mismo tiempo las ganas de ver alguno de mis libros publicados por una editorial grande, capaz de llevarlo sin reparos a los estantes de las librerías, pero sin que esto último lo sea todo, sino que funcione como complemento, quizá, con la autogestión. Una cosa no tiene porqué quitar la otra.
Todavía falta, de eso no hay dudas, pero tengo la sensación de que estoy en camino.
8 comentarios:
Interesante razonamiento. Abrazo, Ale...
Gracias, Raúl. Te mando un abrazo.
Te doy la razón en todo, Alejandro!
Besos
Blanca
Blanca, me alegro de que coincidamos. Saludos!
Catorce años con autogestión. Me he quedado impresionado, Alejandro. Un gran esfuerzo, el que has dedicado y sigues en ello.
Un abrazo
Así es, Blas, catorce años. Pero, como decía en la entrada, todo empezó como un juego, compartido con las actividades cotidianas. Hasta que se fue arraigando la idea de dedicarme exclusivamente a ello.
Un abrazo!
Vamos ahí! A tenerse fe :)
Yo también creo que vas por buen camino.
besos!
=) HUMO
Gracias, Humo! Abrazo.
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