A la una de la tarde
Abrasa el calor
de la una de la tarde,
no hay una nube en el cielo,
los rayos de sol
de un verano apenas iniciado
se hacen sentir.
Empapa su cabeza,
deja chorrear
profusamente el pelo
hasta los hombros,
se calza una gorra olvidada,
con visera,
de esas
que solía usar cuando era pibe.
Al otro lado del muro
se escuchan gritos,
festejos de Navidad
a orillas de la pileta,
risas,
voces arrastradas
entre zambullidos
y brindis.
Cumple su trabajo con paciencia,
con pasmosa resignación;
regresa a mojarse el pelo,
da grandes tragos
de agua fría.
En la casa del fondo
también ríen,
oye ruido de cubiertos
chocar
contra los platos,
zumbidos de niños
mezclados por ahí.
Sigue,
le dice que lo quiere
y sigue;
su mano derecha protesta
por la falta de costumbre,
se prepara
para formar callo
(pobre ilusa).
En media hora
habrá terminado,
comerá sin ganas
un poco de melón
sobre la mesa de la cocina,
mirará sin mirar la tele,
dormitará una siesta.
Pero ahora
sigue,
le dice que lo quiso
y sigue;
acomoda la gorra hacia atrás,
toma aire
y empuja la pala
tan hondo como puede.
Alejandro Laurenza
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sábado, 9 de abril de 2016
A la una de la tarde
Es tiempo de compartir un poema.
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1 comentario:
Muy sentido el poema para Toba.
Muy lindo el blog
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