Estamos en una farmacia de Rafael Castillo. Le cuento al muchacho sobre lo que hago, le muestro los libros, infantiles y para adultos, le digo si tiene ganas de mirarlos. Él casi no habla. Se interesa por el de poesía. Al rato asoma un hombre, también detrás del mostrador. Me acuerdo de vos, me dice, te compré cuentos para él cuando era chico.
El muchacho sigue sin hablar apenas. Se decide por el libro que estaba mirando y se lo queda.
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