martes, 17 de diciembre de 2024

Encuentros (XLIII)

No tomamos libros de autores a consignación, sólo trabajamos con editoriales, me dice el dueño o encargado de la librería. Yo me sorprendo ante una respuesta tan rápida, apenas si había llegado a pronunciar dos o tres palabras, casi que ni había terminado de presentarme. 

Entro poco a librerías, la verdad, me gusta más hablar directamente con los posibles lectores. En este caso lo dudé. Se ve que algo intuía. No sé, demasiado paqueta, elegante, como que te mira por arriba de los hombros sin conocerte. Peor para ella, pobre, se queda solita en su pedestal.

No llegó a enterarse el encargado o el dueño, en la prontitud de sus palabras, que yo tampoco doy libros a consignación, hace mucho tiempo decidí no hacerlo más, sólo vendo en firme.

Estoy convencido de que la consignación es el mal del sistema. Pierden con ella las editoriales, en especial las pequeñas, que tienen su capital desparramado por todas partes y deben después andar mendigando para cobrar lo que se vendió. Pierden los lectores, que pagan un libro el doble de lo que podría salir si no se consignara, si el punto de despacho lo comprara en firme. Pierden las librerías, otra vez las pequeñas, que se ven obligadas a recibir por las grandes editoriales todas las novedades que publican, les interesen a ellas o no, y les colman su espacio de trabajo de cajas, cuyo contenido prefieren devolver antes que mostrar.

Pero nada de esto dije. No vale la pena enroscarse ante lo que uno no puede cambiar. Me repiti para mí que si vendiera cucharitas sería más fácil, o tornillos o broches de plástico para colgar la ropa.

¿Quién me mandó a querer escribir, publicar, vender libros, a sostenerlo durante casi veinticinco años? 

Te la tenés que aguantar, flaco, me recordé, y tenés que mantener el buen humor, que la próxima persona con la que hables se va a emocionar inesperadamente durante la charla, por ver a un autor desvalido luchando con su mochila y sus libritos bajo el brazo.

domingo, 15 de diciembre de 2024

El fantasma de Ballester (¡nuevo libro!)

La primera vez que intenté escribir este libro fue hace unos cuantos años, más de diez. Un intento fallido. Sólo quedó de aquello las ideas centrales: se trataba de una novela narrada desde la voz de un fantasma, escrita de manera que pudiera ser leída por adultos pero también por chicos que apenas comienzan a dejar de serlo, que ingresan a esa zona previa a la adolescencia en que uno se siente tan pero tan grande, pero que aún merece cierto cuidado por parte de los mayores que tiene alrededor.

Un intento fallido, decía. El primero. Recuerdo haber tecleado una buena cantidad de páginas. No me pregunten sobre el argumento o los personajes, porque nada de ello guardé. Lo único que puedo asegurar es que la historia no tenía vida. No me generaba entusiasmo al releerla, señal de que definitivamente estaba en el camino equivocado.

Años más tarde traté de nuevo. Y otra vez debí abandonar. Creo que arranqué repasando las páginas escritas previamente, dándole una mirada al diagrama de personajes que ya por entonces me dibujaba como un ayuda memoria, descartando todo eso para empezar de cero, tipeando en la netbook durante varias semanas, hacia ninguna parte: hacia un texto que otra vez carecía de alma.

Después me olvidé. Escribí otros libros. Publiqué y reedité varios, volví a escribir. Otra novela, en este caso de suspenso para adultos, que se llamó Luego no sabría nada más. Cuentos infantiles, como El mago Pascualito o El tesoro de Camilo. Una cantidad de poemas que me fueron transitando a lo largo de una década, y que quedaron reunidos y ordenados bajo el título Y en medio nosotros

En fin, que de historias contadas por fantasmas, nada. Nada de nada.

Hasta que un día, no sé por qué, me volví a encontrar con la idea. Quería hacer algo distinto. Eso sí, lo sé. Veía series y me decía: un día tengo que contar algo así. Probaba argumentos fantásticos en mi cabeza. Hacía listitas de posibilidades en los cuadernos de apuntes que tengo desparramados por la casa o guardado en la mochila. Le pedía disparadores al tan mentado ChatGPT. ¿Y todo para qué? Para reencontrarme conmigo, con aquel fantasma que había dejado abandonado dos veces.

Decidí no releer nada de lo anterior. Tiré todo sin mirarlo. Empecé de cero. Sin más.

Y entonces sí, ya desde las primeras líneas sentí que era por ahí. Me acerqué al suspenso y al miedo desde el humor. Pasada la primera media página, sabía que mi fantasma se iba burlar de sus víctimas, que sus sustos iban a ser livianos pero indelebles, que se iba a reír de ellos, como me estaba riendo yo mientras tecleaba. No me cabía ninguna duda ahora, había encontrado el tono (qué palabra tan repetida y aséptica, ¿no?) y debía sostenerlo antes de que se me escapara.

Los días que siguieron fueron intensos. De diversión y cansancio. 

Me dedico normalmente a este tipo de escritura a la mañana temprano, cuando el resto de la casa duerme, mi esposa, mis hijos; y encaro las primeras correcciones mientras los demás se van levantando, desayunan, me hablan y los miro sin responderles, comienzan a pensar en el almuerzo. Sábados, domingos, feriados. No hay celular ni internet hasta que termino, salvo para alguna búsqueda puntual, indispensable para eso que estoy escribiendo. Mucho menos redes sociales o mensajería. No estoy, no existo, si no es para el texto que tengo entre manos.

Y claro, entre manos tenía a mi fantasma, que luego lo supe viviendo en Villa Ballester, desde que era apenas un pueblito, con sus primeras casas importantes de dos plantas construidas, con su tren, sus calles empedradas, su primera escuela, su iglesia; hasta alcanzar ahora la ciudad que es.

Tuve que investigar en el medio. Aprender lo que no sabía ni había vivido. Y, oh, casualidad, en el Espacio Cultural Municipal Ballester se estaba desarrollando en ese exacto momento una muestra fotográfica llamada Ballester Antiguo. ¡Justo lo que necesitaba! La visité, saqué mis propias fotos de las fotos exhibidas, me traje las láminas en blanco y negro que me regalaron. Todo material de inspiración que luego usé para seguir escribiendo.

Sábados, domingos, feriados. Hasta llegar acá, a El fantasma de Ballester. Corregido y corregido, como todos los manuscritos (qué raro que le sigamos llamando manuscrito a algo que ya no hacemos a mano), antes de publicarlo. Hasta alcanzar este libro que hoy empiezo a mostrar a la gente y del que ya vendí los primeros ejemplares, con la ilusión de que guste, de que su lectura entusiasme tanto como a mí cuando lo fui escribiendo.

Comparto el texto de contratapa para que puedan ingresar a la historia:

"Antes de cerrar la puerta, lleva los dedos a la tecla de luz. Pero no alcanza a tocarla. En el momento exacto en que lo intenta, poso mi mano de fantasma sobre la suya. Mi mano corpórea por un ratito. Lo suficiente para que se retire espantado."

En una vieja casona de Villa Ballester habita un fantasma desde hace casi un siglo. Es él quien cuenta la historia con su propia voz. Alterna entre el presente, donde se divierte narrando los sustos que suele dar a las personas, y el pasado, cuando comenzaba a ser espectro, luego de una muerte que no consigue recordar.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Domingo

Domingo. Arrancamos la segunda lectura de la prueba de impresión. Siempre aparece alguna cosita para corregir, detalles mínimos a esta altura. Incluso después de publicado, uno sabe que algo más va a encontrar: se lo acepta entonces y se lo anota mentalmente, para futuras reediciones. 

Vamos así redondeando.

jueves, 10 de octubre de 2024

La lucha silenciosa

Hay días, semanas, en que me duele el cuerpo de tanta caminata con los libros. Las piernas, la espalda, el cuello. Lo exijo hasta dejarlo con la lengua afuera, al pobre. Él me reclama. Yo le digo: bueno, está bien, paramos un poco, hacemos trabajo de oficina. Y apenas lo veo mejorado, zas, lo vuelvo a exigir.

Es una lucha entre nosotros dos. No habrá ganadores. Lo único que le pido es el movimiento continuo, el esfuerzo razonable, sin que llegue a romperse. Él sabe que lo quiero y lo necesito, aunque me cueste demostrárselo.

sábado, 28 de septiembre de 2024

Encuentros (XLII)

Misiones. Iguazú. Unos días de descanso. Hago la cola en el hotel, durante el desayuno, para servirme café con leche. De repente viene una señora y me dice: perdón que te moleste, ¿vos sos el escritor? Sí, sonrío, ¿de dónde nos conocemos? Te compré un libro en una peluquería de Boulogne, me cuenta, lo estoy leyendo.

Vamos ahora de excursión a Cataratas, con algunos libros de El tesoro de Camilo, en la mochila. El coatí, el yaguareté y sus amigos prometen quedarse a dar una vuelta por la selva que los vio nacer.

Algo bueno va a salir.

domingo, 22 de septiembre de 2024

La página

Escribís una página. La leés, la corregís, la volvés a leer. Repetís el ciclo, sin forzarlo. Hasta que en un punto tenés la sensación de que está bien, de que contiene armonía en sí misma, y está diciendo algo que aporta al todo.

Es una cosa que no se explica, hay que sentirla. Si no se siente al momento de la escritura, las correcciones posteriores (varios meses después) resultan mucho más laboriosas. Lo digo por experiencia. 

lunes, 16 de septiembre de 2024

La certidumbre del fuego

La certidumbre del fuego. Es el título de la novela para adultos que ahora estoy escribiendo. Se trata de un drama situado entre los años sesenta y ochenta, narrado en primera persona y en tercera, dependiendo de los personajes que intervienen. Un acercamiento a las familias paralelas de un mismo hombre, que tan comunes eran en aquella época, donde casi todos sabían pero se seguía viviendo como si nada ocurriera.

Creo que vamos bien. Empiezo a sentir que los personajes cobran vida, que no se quedan en meras figuritas de cartón. Con paciencia, algo bueno puede salir. Así lo deseo.

miércoles, 14 de agosto de 2024

Entrevista en Palabra de CILSAM

Ayer me entrevistaron en el programa Palabra de CILSAM, en la Radio S.O.S. FM 105.1. 

En la primera parte charlamos sobre la escritura, publicación y venta de mis libros. Mientras que en la segunda, me invitaron a leer cuentos de El tesoro de Camilo, y poemas de Y en medio nosotros. 

Pueden verla en mi canal de YouTube:

https://youtu.be/rJ4ApUP15ds?si=kPtAPxg1XyxcXTLN

domingo, 14 de julio de 2024

Entrevista en Entre Líneas

El viernes me hicieron una entrevista en el programa Entre Líneas, del canal de streaming Un gallo para Esculapio. Allí, si bien hablamos de muchas cosas, se hizo foco en uno de mis libros de poesía: Maldita Conciencia, publicado por primera vez en el año 2007.

Si tienen ganas de verla, la encuentran en YouTube en el siguiente link: 

jueves, 6 de junio de 2024

Encuentros (XLI)

La señora, enfundada en un barbijo N95 y guantes de látex, me pregunta desde atrás: ¿qué estás vendiendo?; la pequeña bolsa de las compras, balanceándose en una de sus manos. Yo tardo en entender la situación, no quiero cortar al hombre con el que estaba hablando. Son libros, digo, de mi autoría. Vení, vení, reclama ella. Charlo unos segundos más con el hombre, que de todas maneras no estaba muy interesado en lo que le contaba, y la acompaño.

A veinte metros, mete con confianza su bolsa de plástico, del super, en el baúl de un taxi que la aguardaba. Mira los libros, me pregunta el precio. Dame estos dos, se decide. Cuenta despacio los billetes, se echa alcohol en las manos. ¿Sabés qué?, me sorprende aún, tomá la plata pero quedate los libros, así se los vendés a otro. No, sonrío yo, es un gusto para mí que los leas. Está bien, concede, entonces dejame ver uno de los infantiles, para mi vecinita. Y me compra tres en lugar de dos.

jueves, 30 de mayo de 2024

Traduzco mi letra:

¿Se puede sentir tristeza o vacío, después de completar la escritura de un libro, por esos personajes que dejan ya de vivir en uno?

Sí, créanme que se puede.

viernes, 24 de mayo de 2024

Yo prefiero

Hace unos veinticinco años, más o menos, con un puñado de poemas prematuros escritos, empecé a averiguar cómo se hacía para publicar un libro: cómo era el procedimiento, qué registro de propiedad intelectual sería necesario, con qué imprentas o editoriales trabajar. Venderlo, ni se me cruzaba por la cabeza, eso lo intentaría después.

Recuerdo que el hombre que me explicó lo del registro, por teléfono, lo hizo socarronamente. Me dijo algo así como que lo más propable es que no tuviera nada que valiera la pena copiar, que si uno lograba reunir una veintena de poemas aceptables, lo mejor que le podía pasar era que alguien los plagiara y se difundieran.

Razón no le faltaba al hombre, cuyo nombre no sé, ni poseo ya el menor indicio de cómo llegué a él. Los poemas que tenía entre manos, y de los que yo me sentía tontamente orgulloso, dieron lugar a un libro olvidable, como la mayoría de los primeros libros de quienes nos decidimos a escribir. Pero lo cierto es que lo que me explicó sobre el registro, lo usé entonces sin ningún complejo.

Cuántos aprendizajes, pienso ahora, me fueron llegando de esa manera, entre la vanidad divina de hacer y la aceptación terrenal de lo ya hecho. Estar en movimiento, enseña. Pensar, pensar y pensar, sin llevar a la práctica por miedo a no estar a la altura, paraliza. 

¿Qué quieren que les diga?, yo prefiero aprender.

miércoles, 15 de mayo de 2024

Ser escritor independiente

Aguantándome las ganas (muchas) de publicar El fantasma de Ballester, porque antes debo cumplir otros proyectos personales que también requieren dinero. 

Ser escritor independiente es, entre otras cosas, comprender que los recursos son finitos y que hay que organizarse para poder publicar cada libro a su tiempo. 

Sin dejarse vencer por la desazón ni la ansiedad. Todo va a salir bien. 

Siempre es así. 

jueves, 18 de abril de 2024

Encuentros (XL)

La chica, ahora de unos veinte años, leyó los libros de Toba y de Fuz cuando era una nena. Me cuenta que los llevaba a todos lados, a la playa, de vacaciones.

¿Vos sos el autor?, se sorprende un ratito antes. Atiende con diligencia la panadería del padre en Castelar. Sí, respondo yo. Espero que despache a algunas personas más y luego seguimos hablando.

Me los compró tu papá, acá mismo, completo, hace ya mucho tiempo, cuánto me alegra que no hayan pasado desapercibidos.
Después aparece él y se suma a la alegría de volver a encontrarnos.

Esta vez la chica, ya joven adulta, lectora, elige quedarse con la última novela que publiqué.

El día está más que hecho para mí.

miércoles, 20 de marzo de 2024

Los ayuda memoria


Ya desde los tiempos de mi primera novela, tomé la costumbre de hacerme unos machetes muy sencillos que me ayudaran luego a recordar la historia completa de una sola vez. 

Divido una hoja blanca en unos ocho sectores con forma de cuadrado, y dejo allí constancia de los personajes, algunas de sus características, las relaciones entre ellos. Anoto datos geográficos, históricos. Me hago una línea temporal, si lo creo necesario, en la que sitúo ciertas escenas importantes, sobre todo cuando decido contar la historia de manera fragmentada (muy fragmentada a veces). 

Esos cuadros los voy completando a medida que los hechos suceden y los personajes van apareciendo. Se trata de un ayuda memoria y no de una herramienta de planificación. Esta última trato de evitarla lo más posible, para que lo que cuente resulte espontáneo incluso para mí: si yo logro soprenderme, habrá también sorpresa, creo, en quien después lea el libro. 

Hago una aclaración: algunas cosas sí planifico en cierto momento de la novela, en especial cuando le estoy dando un cierre, pero trato de permitirme la mayor libertad posible al momento de escribir. Dejo todas las lagunas que pueda, en las que no sé lo que va a pasar, hasta que pongo manos a las teclas y me dejo llevar, entonces sí, por la sensación de que lo que escribo me resulta verdadero. 

Pero volviendo a los machetes, fue la forma que encontré, hace ya unos quince años, de salvar la fragilidad de mi memoria, la cual me conspiraba en contra cada vez que, pasadas una o dos semanas alejado de la netbook, intentaba retomar el hilo de lo que llevaba escrito. 

Hoy vuelvo a apoyarme en ellos en la etapa de corrección, en la que me encuentro, de El fantasma de Ballester. 

lunes, 12 de febrero de 2024

Luego no sabría nada más (¡nuevo libro!)


Esta vez es el turno de una novela de suspenso: Luego no sabría nada más. La publiqué hace dos meses pero buen, como viene sucediendo últimamente, me demoré en contarlo en este espacio.

Si bien la primera versión la escribí hace unos cuantos años, allá por el 2012 o 2013, recién ahora le llegó su tiempo para conocerlos a ustedes, los posibles lectores. En el medio pasó por correcciones y más correcciones, descansos obligados, vuelta a corregir. Hasta que un día tuve la sensación de que ya estaba, de que era el momento propicio.

Es que cuando uno es un escritor independiente, no basta con escribir, también tiene que ordenar los proyectos que desea publicar: en mi caso, novela, poesía, cuentos infantiles. Y a veces hay que hacer lugar también para alguna que otra reedición de un libro que afortunadamente se encuentra agotado. Y como saben, es el trabajo pero también es el dinero para poder afrontarlo.

Volviendo a esta nueva novela, les voy a compartir el texto de contratapa, y también un audio que subí a youtube donde leo la primera página. ¡Ojalá les guste!


"La marginalidad del hombre, de los hombres. La inocencia aparente de nunca ver ni entender, de nunca ser. La fatalidad, el amor, el crimen. El libre albedrío. ¿Dónde están Omar o Claudia o el Mocho? ¿Dónde está el Rengo? ¿En qué parajes de la vida inciden? ¿En qué dobleces de esa bolsa que lo mezcla todo?

Dos historias que transcurren paralelas, alejadas. Desde las cómodas y previsibles rutinas, hasta los bordes olvidados de la sociedad. Dos historias que prometen cruzarse, aunque no sepamos cuándo ni cómo."

jueves, 1 de febrero de 2024

Lo que ahora deseo

¿Situación actual? Vivo de la venta de mis libros. Los publico en forma independiente y me encargo de comercializarlos en Buenos Aires y alrededores. Poesía. Novela. Cuentos infantiles. Lo que quince años atrás parecía una quimera, un sueño inalcanzable, hoy (por trabajo, por suerte, por cabeza dura que soy) ocurre.

¿Lo que ahora deseo? Hallar socios literarios con quienes poderlos editar fuera de Argentina y tener un alcance un poquito más amplio. En estas cosas me siento desorientado, lo confieso. Pero quizá encuentre la manera.

jueves, 11 de enero de 2024

Encuentros (XXXIX)

El hombre se emociona. Mientras le cuento sobre mis libros, que los escribo, los publico y recorro después la ciudad, se emociona de una forma inesperada para mí, hasta las lágrimas. Me agradece por lo que hago. Yo no sé qué decir. Intento explicarle que lo disfruto, que me gusta salir todos los días y escribir y todo eso, que tiene su dificultad pero como cualquier trabajo; le digo que no me siento un altruista ni mucho menos (si hay algo a lo que le escapo es a la pose y la demagogia: es lo que es, nada más). Y él me vuelve a agradecer y me da la mano de manera especial, y me pone la piel de gallina. Casi que me emociona a mí.

domingo, 7 de enero de 2024

Pensando

Pensando en qué podría publicar este año. Tal vez una segunda edición de El diario de Fuz, que lo tengo agotado desde hace rato; quizá el libro del fantasma que acabo de terminar de escribir, puliéndolo antes lo necesario, con paciencia. En una de esas ambos, si los astros se deciden a alinearse, o ninguno. Podría ser Filiberto, dependiendo de cómo venga la ilustración. 

Por ahora pensando. Sólo eso. Dejando flotar las ideas.

miércoles, 3 de enero de 2024

Encuentros (XXXVIII)

Me encuentro por azar con una chica que me compró El diario de Fuz cuando sus hijos aún no habían nacido. Ese libro fue la infancia de ellos, me dice contenta, aunque creo que yo me divertí más, te quise buscar por Internet pero no te encontré. La chica antes tenía una granja y ahora una ferretería, no muy lejos, en el mismo barrio del partido de La Matanza, creo que se llama Manzanares.

Ahora los hijos son un poco grandes pero igual decide quedarse con otro libro infantil: El diario de Toba. Ahí están los orígenes de Fuz, le digo, o algo así.

Sigo caminando tranquilo, el cansancio de los días anteriores se siente menos.