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martes, 17 de diciembre de 2024
Encuentros (XLIII)
domingo, 15 de diciembre de 2024
El fantasma de Ballester (¡nuevo libro!)
Un intento fallido, decía. El primero. Recuerdo haber tecleado una buena cantidad de páginas. No me pregunten sobre el argumento o los personajes, porque nada de ello guardé. Lo único que puedo asegurar es que la historia no tenía vida. No me generaba entusiasmo al releerla, señal de que definitivamente estaba en el camino equivocado.
Años más tarde traté de nuevo. Y otra vez debí abandonar. Creo que arranqué repasando las páginas escritas previamente, dándole una mirada al diagrama de personajes que ya por entonces me dibujaba como un ayuda memoria, descartando todo eso para empezar de cero, tipeando en la netbook durante varias semanas, hacia ninguna parte: hacia un texto que otra vez carecía de alma.
Después me olvidé. Escribí otros libros. Publiqué y reedité varios, volví a escribir. Otra novela, en este caso de suspenso para adultos, que se llamó Luego no sabría nada más. Cuentos infantiles, como El mago Pascualito o El tesoro de Camilo. Una cantidad de poemas que me fueron transitando a lo largo de una década, y que quedaron reunidos y ordenados bajo el título Y en medio nosotros.
En fin, que de historias contadas por fantasmas, nada. Nada de nada.
Hasta que un día, no sé por qué, me volví a encontrar con la idea. Quería hacer algo distinto. Eso sí, lo sé. Veía series y me decía: un día tengo que contar algo así. Probaba argumentos fantásticos en mi cabeza. Hacía listitas de posibilidades en los cuadernos de apuntes que tengo desparramados por la casa o guardado en la mochila. Le pedía disparadores al tan mentado ChatGPT. ¿Y todo para qué? Para reencontrarme conmigo, con aquel fantasma que había dejado abandonado dos veces.
Decidí no releer nada de lo anterior. Tiré todo sin mirarlo. Empecé de cero. Sin más.
Y entonces sí, ya desde las primeras líneas sentí que era por ahí. Me acerqué al suspenso y al miedo desde el humor. Pasada la primera media página, sabía que mi fantasma se iba burlar de sus víctimas, que sus sustos iban a ser livianos pero indelebles, que se iba a reír de ellos, como me estaba riendo yo mientras tecleaba. No me cabía ninguna duda ahora, había encontrado el tono (qué palabra tan repetida y aséptica, ¿no?) y debía sostenerlo antes de que se me escapara.
Los días que siguieron fueron intensos. De diversión y cansancio.
Me dedico normalmente a este tipo de escritura a la mañana temprano, cuando el resto de la casa duerme, mi esposa, mis hijos; y encaro las primeras correcciones mientras los demás se van levantando, desayunan, me hablan y los miro sin responderles, comienzan a pensar en el almuerzo. Sábados, domingos, feriados. No hay celular ni internet hasta que termino, salvo para alguna búsqueda puntual, indispensable para eso que estoy escribiendo. Mucho menos redes sociales o mensajería. No estoy, no existo, si no es para el texto que tengo entre manos.
Y claro, entre manos tenía a mi fantasma, que luego lo supe viviendo en Villa Ballester, desde que era apenas un pueblito, con sus primeras casas importantes de dos plantas construidas, con su tren, sus calles empedradas, su primera escuela, su iglesia; hasta alcanzar ahora la ciudad que es.
Tuve que investigar en el medio. Aprender lo que no sabía ni había vivido. Y, oh, casualidad, en el Espacio Cultural Municipal Ballester se estaba desarrollando en ese exacto momento una muestra fotográfica llamada Ballester Antiguo. ¡Justo lo que necesitaba! La visité, saqué mis propias fotos de las fotos exhibidas, me traje las láminas en blanco y negro que me regalaron. Todo material de inspiración que luego usé para seguir escribiendo.
Sábados, domingos, feriados. Hasta llegar acá, a El fantasma de Ballester. Corregido y corregido, como todos los manuscritos (qué raro que le sigamos llamando manuscrito a algo que ya no hacemos a mano), antes de publicarlo. Hasta alcanzar este libro que hoy empiezo a mostrar a la gente y del que ya vendí los primeros ejemplares, con la ilusión de que guste, de que su lectura entusiasme tanto como a mí cuando lo fui escribiendo.
Comparto el texto de contratapa para que puedan ingresar a la historia:
"Antes de cerrar la puerta, lleva los dedos a la tecla de luz. Pero no alcanza a tocarla. En el momento exacto en que lo intenta, poso mi mano de fantasma sobre la suya. Mi mano corpórea por un ratito. Lo suficiente para que se retire espantado."
En una vieja casona de Villa Ballester habita un fantasma desde hace casi un siglo. Es él quien cuenta la historia con su propia voz. Alterna entre el presente, donde se divierte narrando los sustos que suele dar a las personas, y el pasado, cuando comenzaba a ser espectro, luego de una muerte que no consigue recordar.
domingo, 24 de noviembre de 2024
Domingo
Vamos así redondeando.
jueves, 10 de octubre de 2024
La lucha silenciosa
Hay días, semanas, en que me duele el cuerpo de tanta caminata con los libros. Las piernas, la espalda, el cuello. Lo exijo hasta dejarlo con la lengua afuera, al pobre. Él me reclama. Yo le digo: bueno, está bien, paramos un poco, hacemos trabajo de oficina. Y apenas lo veo mejorado, zas, lo vuelvo a exigir.
Es una lucha entre nosotros dos. No habrá ganadores. Lo único que le pido es el movimiento continuo, el esfuerzo razonable, sin que llegue a romperse. Él sabe que lo quiero y lo necesito, aunque me cueste demostrárselo.
sábado, 28 de septiembre de 2024
Encuentros (XLII)
Misiones. Iguazú. Unos días de descanso. Hago la cola en el hotel, durante el desayuno, para servirme café con leche. De repente viene una señora y me dice: perdón que te moleste, ¿vos sos el escritor? Sí, sonrío, ¿de dónde nos conocemos? Te compré un libro en una peluquería de Boulogne, me cuenta, lo estoy leyendo.
Vamos ahora de excursión a Cataratas, con algunos libros de El tesoro de Camilo, en la mochila. El coatí, el yaguareté y sus amigos prometen quedarse a dar una vuelta por la selva que los vio nacer.
Algo bueno va a salir.
domingo, 22 de septiembre de 2024
La página
Escribís una página. La leés, la corregís, la volvés a leer. Repetís el ciclo, sin forzarlo. Hasta que en un punto tenés la sensación de que está bien, de que contiene armonía en sí misma, y está diciendo algo que aporta al todo.
Es una cosa que no se explica, hay que sentirla. Si no se siente al momento de la escritura, las correcciones posteriores (varios meses después) resultan mucho más laboriosas. Lo digo por experiencia.
lunes, 16 de septiembre de 2024
La certidumbre del fuego
La certidumbre del fuego. Es el título de la novela para adultos que ahora estoy escribiendo. Se trata de un drama situado entre los años sesenta y ochenta, narrado en primera persona y en tercera, dependiendo de los personajes que intervienen. Un acercamiento a las familias paralelas de un mismo hombre, que tan comunes eran en aquella época, donde casi todos sabían pero se seguía viviendo como si nada ocurriera.
Creo que vamos bien. Empiezo a sentir que los personajes cobran vida, que no se quedan en meras figuritas de cartón. Con paciencia, algo bueno puede salir. Así lo deseo.
miércoles, 14 de agosto de 2024
Entrevista en Palabra de CILSAM
Ayer me entrevistaron en el programa Palabra de CILSAM, en la Radio S.O.S. FM 105.1.
En la primera parte charlamos sobre la escritura, publicación y venta de mis libros. Mientras que en la segunda, me invitaron a leer cuentos de El tesoro de Camilo, y poemas de Y en medio nosotros.
Pueden verla en mi canal de YouTube:
domingo, 14 de julio de 2024
Entrevista en Entre Líneas
jueves, 6 de junio de 2024
Encuentros (XLI)
La señora, enfundada en un barbijo N95 y guantes de látex, me pregunta desde atrás: ¿qué estás vendiendo?; la pequeña bolsa de las compras, balanceándose en una de sus manos. Yo tardo en entender la situación, no quiero cortar al hombre con el que estaba hablando. Son libros, digo, de mi autoría. Vení, vení, reclama ella. Charlo unos segundos más con el hombre, que de todas maneras no estaba muy interesado en lo que le contaba, y la acompaño.
A veinte metros, mete con confianza su bolsa de plástico, del super, en el baúl de un taxi que la aguardaba. Mira los libros, me pregunta el precio. Dame estos dos, se decide. Cuenta despacio los billetes, se echa alcohol en las manos. ¿Sabés qué?, me sorprende aún, tomá la plata pero quedate los libros, así se los vendés a otro. No, sonrío yo, es un gusto para mí que los leas. Está bien, concede, entonces dejame ver uno de los infantiles, para mi vecinita. Y me compra tres en lugar de dos.
jueves, 30 de mayo de 2024
Sí
Traduzco mi letra:
¿Se puede sentir tristeza o vacío, después de completar la escritura de un libro, por esos personajes que dejan ya de vivir en uno?
Sí, créanme que se puede.
viernes, 24 de mayo de 2024
Yo prefiero
Hace unos veinticinco años, más o menos, con un puñado de poemas prematuros escritos, empecé a averiguar cómo se hacía para publicar un libro: cómo era el procedimiento, qué registro de propiedad intelectual sería necesario, con qué imprentas o editoriales trabajar. Venderlo, ni se me cruzaba por la cabeza, eso lo intentaría después.
Recuerdo que el hombre que me explicó lo del registro, por teléfono, lo hizo socarronamente. Me dijo algo así como que lo más propable es que no tuviera nada que valiera la pena copiar, que si uno lograba reunir una veintena de poemas aceptables, lo mejor que le podía pasar era que alguien los plagiara y se difundieran.
Razón no le faltaba al hombre, cuyo nombre no sé, ni poseo ya el menor indicio de cómo llegué a él. Los poemas que tenía entre manos, y de los que yo me sentía tontamente orgulloso, dieron lugar a un libro olvidable, como la mayoría de los primeros libros de quienes nos decidimos a escribir. Pero lo cierto es que lo que me explicó sobre el registro, lo usé entonces sin ningún complejo.
Cuántos aprendizajes, pienso ahora, me fueron llegando de esa manera, entre la vanidad divina de hacer y la aceptación terrenal de lo ya hecho. Estar en movimiento, enseña. Pensar, pensar y pensar, sin llevar a la práctica por miedo a no estar a la altura, paraliza.
¿Qué quieren que les diga?, yo prefiero aprender.
miércoles, 15 de mayo de 2024
Ser escritor independiente
Aguantándome las ganas (muchas) de publicar El fantasma de Ballester, porque antes debo cumplir otros proyectos personales que también requieren dinero.
Ser escritor independiente es, entre otras cosas, comprender que los recursos son finitos y que hay que organizarse para poder publicar cada libro a su tiempo.
Sin dejarse vencer por la desazón ni la ansiedad. Todo va a salir bien.
Siempre es así.
jueves, 18 de abril de 2024
Encuentros (XL)
La chica, ahora de unos veinte años, leyó los libros de Toba y de Fuz cuando era una nena. Me cuenta que los llevaba a todos lados, a la playa, de vacaciones.
¿Vos sos el autor?, se sorprende un ratito antes. Atiende con diligencia la panadería del padre en Castelar. Sí, respondo yo. Espero que despache a algunas personas más y luego seguimos hablando.
Me los compró tu papá, acá mismo, completo, hace ya mucho tiempo, cuánto me alegra que no hayan pasado desapercibidos.
Después aparece él y se suma a la alegría de volver a encontrarnos.
Esta vez la chica, ya joven adulta, lectora, elige quedarse con la última novela que publiqué.
El día está más que hecho para mí.
miércoles, 20 de marzo de 2024
Los ayuda memoria
Ya desde los tiempos de mi primera novela, tomé la costumbre de hacerme unos machetes muy sencillos que me ayudaran luego a recordar la historia completa de una sola vez.
Divido una hoja blanca en unos ocho sectores con forma de cuadrado, y dejo allí constancia de los personajes, algunas de sus características, las relaciones entre ellos. Anoto datos geográficos, históricos. Me hago una línea temporal, si lo creo necesario, en la que sitúo ciertas escenas importantes, sobre todo cuando decido contar la historia de manera fragmentada (muy fragmentada a veces).
Esos cuadros los voy completando a medida que los hechos suceden y los personajes van apareciendo. Se trata de un ayuda memoria y no de una herramienta de planificación. Esta última trato de evitarla lo más posible, para que lo que cuente resulte espontáneo incluso para mí: si yo logro soprenderme, habrá también sorpresa, creo, en quien después lea el libro.
Hago una aclaración: algunas cosas sí planifico en cierto momento de la novela, en especial cuando le estoy dando un cierre, pero trato de permitirme la mayor libertad posible al momento de escribir. Dejo todas las lagunas que pueda, en las que no sé lo que va a pasar, hasta que pongo manos a las teclas y me dejo llevar, entonces sí, por la sensación de que lo que escribo me resulta verdadero.
Pero volviendo a los machetes, fue la forma que encontré, hace ya unos quince años, de salvar la fragilidad de mi memoria, la cual me conspiraba en contra cada vez que, pasadas una o dos semanas alejado de la netbook, intentaba retomar el hilo de lo que llevaba escrito.
Hoy vuelvo a apoyarme en ellos en la etapa de corrección, en la que me encuentro, de El fantasma de Ballester.
lunes, 12 de febrero de 2024
Luego no sabría nada más (¡nuevo libro!)
Esta vez es el turno de una novela de suspenso: Luego no sabría nada más. La publiqué hace dos meses pero buen, como viene sucediendo últimamente, me demoré en contarlo en este espacio.
jueves, 1 de febrero de 2024
Lo que ahora deseo
¿Situación actual? Vivo de la venta de mis libros. Los publico en forma independiente y me encargo de comercializarlos en Buenos Aires y alrededores. Poesía. Novela. Cuentos infantiles. Lo que quince años atrás parecía una quimera, un sueño inalcanzable, hoy (por trabajo, por suerte, por cabeza dura que soy) ocurre.
¿Lo que ahora deseo? Hallar socios literarios con quienes poderlos editar fuera de Argentina y tener un alcance un poquito más amplio. En estas cosas me siento desorientado, lo confieso. Pero quizá encuentre la manera.
jueves, 11 de enero de 2024
Encuentros (XXXIX)
domingo, 7 de enero de 2024
Pensando
Pensando en qué podría publicar este año. Tal vez una segunda edición de El diario de Fuz, que lo tengo agotado desde hace rato; quizá el libro del fantasma que acabo de terminar de escribir, puliéndolo antes lo necesario, con paciencia. En una de esas ambos, si los astros se deciden a alinearse, o ninguno. Podría ser Filiberto, dependiendo de cómo venga la ilustración.
Por ahora pensando. Sólo eso. Dejando flotar las ideas.
miércoles, 3 de enero de 2024
Encuentros (XXXVIII)
Me encuentro por azar con una chica que me compró El diario de Fuz cuando sus hijos aún no habían nacido. Ese libro fue la infancia de ellos, me dice contenta, aunque creo que yo me divertí más, te quise buscar por Internet pero no te encontré. La chica antes tenía una granja y ahora una ferretería, no muy lejos, en el mismo barrio del partido de La Matanza, creo que se llama Manzanares.
Ahora los hijos son un poco grandes pero igual decide quedarse con otro libro infantil: El diario de Toba. Ahí están los orígenes de Fuz, le digo, o algo así.
Sigo caminando tranquilo, el cansancio de los días anteriores se siente menos.