Grabo a mitad de semana un poema de Bukowski en el que dice que si querés ser escritor, no lo hagas a menos que salga rugiendo de tus tripas, que no te sientes frente a la computadora si te cansa sólo pensarlo.
Y creo verdaderamente en eso mientras lo leo en voz alta, en día miércoles, pongamos. Y sin embargo me encuentro ahora, ya en sábado, venciendo la inercia de la semana, para retomar las ganas de escribir cierta novela que traigo entre manos. La venzo, sí, y quedo satisfecho con la página escrita.
La contradicción, pienso entonces, es tan pero tan humana.
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